La mostaza de Dijon no es solo un básico de cocina; es un icono culinario con profundas raíces en la tradición francesa. Nombrada por la ciudad de Dijon, la histórica capital de Borgoña, esta mostaza se sirvió por primera vez en mesas reales en 1336, cuando el rey Felipe VI la incluyó en un banquete. Para el siglo XVII, Dijon había obtenido derechos exclusivos para producir mostaza en Francia, consolidando su reputación como epicentro de la fabricación de mostaza.
El momento decisivo llegó en 1856, cuando el innovador local Jean Naigeon reemplazó el vinagre por verjus —el jugo ácido de uvas verdes— dando a la mostaza de Dijon su característico sabor intenso y su complejidad. Hoy en día, la mayoría de las recetas utilizan vino blanco o vinagre de vino, conservando ese distintivo carácter francés.